Uniendo a los productores de aceite de semilla

 

Por Elisa Sabbion

Endalkachew Nigatu trabajó en el negocio del procesamiento de procesamiento de semillas oleaginosas durante tres años hasta que el Gobierno de Etiopía prohibió los aceites de semillas en respuesta a una escalada de los precios en 2007.

Tanto él como otros granjeros, comerciantes y procesadores sufrieron cuantiosas pérdidas ya que los aceites importados empezaron a sustituir a los de producción local, y el gobierno distribuyó aceite de trigo comestible en zonas urbanas y rurales golpeadas por la pobreza a precios subsidiados.

“De vez en cuando había algún que otro competidor, suficiente cuota de mercado y algunos retos, pero hoy el negocio es complicado”, nos cuenta Reduan Musa, otro procesador.

Tres años después Endalkachew pasó de víctima a catalizador de la industria de aceites de semilla en su Adama, en el centro del país africano, donde ayudó a organizar a un grupo de empresarios, muchos de ellos escépticos sobre lo que se podía hacer, para participar en un taller de trabajo financiado por el Fondo para el Logro de los Objetivos de Desarrollo del Milenio (F-ODM) para revitalizar el sector.

Fortaleza en la unidad

Los empresarios empezaron a intercambiar información sobre las semillas, crearon redes con otros participantes del sector y colaboraron para resolver los típicos obstáculos del negocio a través de la fundación de una nueva Asociación de Productores de Aceites Comestibles con 55 miembros.

“Antes de este proyecto hacíamos todo de manera tradicional, pero ahora sabemos cómo utilizar, poner en marcha y limpiar la maquinaria, y podemos producir mayores cantidades de aceite con la misma cantidad de semillas”, celebra Endalkachew.

A través de los talleres muchos productores se dieron cuenta de que sus productos no cumplían con los estándares de calidad de la industria. “Los entrenamientos cambiaron nuestra manera de pensar y nos hizo pensar en establecer una refinería común de mayor escala”, recuerda.

El programa conjunto “Fortalecimiento de la cadena de valor del aceite comestible” es una iniciativa del Gobierno etíope y tres agencias del sistema de Naciones Unidas (UNIDO, OIT y FAO) que firma parte de los esfuerzos del F-ODM para ayudar a los gobierno a alcanzar los Objetivos de Desarrollo del Milenio para reducir las desigualdades en el mundo.

Tiene su campo de actuación en las regiones de Amhara y Oromia y busca incrementar la productividad y competitividad de los productores de aceite de semillas, impulsar su capacidad de producción y mejorar el acceso a los mercados nacionales e internacionales de sus productores integrando al sector privado a la cadena de producción.

Esta iniciativa está contribuyendo a ODM 1 (reducción de la pobreza) apoyando a los granjeros a mejorar su productividad, el ODM 3 (empoderamiento de la mujer), ya que la mitad de los beneficiarios son mujeres jefas de hogar, y el ODM 7 (sostenibilidad medioambiental), reduciendo la contaminación y promoviendo técnicas sostenibles y respetuosas con el medio ambiente.

El proyecto ha ofrecido también espacios de trabajo y maquinaria y ayudó a facilitar el diálogo entre el sector privado y el gobierno, mientras que las relaciones con las autoridades locales han mejorado a través de consultas y los productores son invitados ahora a participar en otros encuentros y talleres.

Los productores de otras zonas quieren unirse ahora al proyecto. “Las grandes factorías nos están llamando para firmar contratos de suministro de aceite, pero antes queremos ver los resultados del proyecto”, asegura Endalkachew.

El sector de los aceites comestible de Etiopía sigue haciendo frente a diferentes tipos de problemas, desde una competición de precios poco saludable entre procesadores y granjeros hasta poca diversificación e incentivos fiscales que favorecen más a productos importados que de producción local.

Pero los miembros de la asociación de productores están resueltos a colaborar para hacer frente a estos retos. “Todos teníamos los mismos problemas y nos unimos para resolverlos juntos”, asegura Tamirat Katsala, dueño de un negocio de procesamiento de aceite de semillas.

Tamirat dice que de momento hay poco reconocimiento en la comunidad a sus productos, pero la asociación ha acordado se mejore la calidad y productividad de sus semillas y la capacidad de sus técnicos, considerarán trasladarse a un centro de procesamiento comunitario para producir los aceites.

“Esto nos ayudará a mejorar nuestro trabajo, y de paso garantizar una mejor vida para nuestras familiar en beneficio de nuestro país”, concluye Endalkachew.

 

 

 

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