Reconstruyendo puentes en Mauritania

 

Durante los periodos de escasez en la región Brakna del sur de Mauritania, los habitantes de Sénékouna se veían obligados a abandonar su milenaria aldea en busca de pastos para el ganado. Durante uno o dos meses deambulaban antes de que la nostalgia los devolviera a su hogar.

“Siempre que volvíamos, nuestra amigable aldea estaba siempre intacta y nuestras viviendas y propiedades sin tocar”, recuerda Abdoulaye Sow Mbare, el jefe de la comunidad. “Bajo la atenta Mirada de nuestros vecinos inmediatos, una localidad morisca en Medina, nadie podía tocarlo”, añade.

Los pueblos, cuyos líderes eran hermanastros y amigos cercanos, eran diferentes en su composición étnica y lingüística pero habían podido desarrollar, con el tiempo, una fuerte alianza de confianza y buena vecindad.

Pore so la última vez que volvieron a sus hogares fue toda una sorpresa. Repatriados desde Senegal, de donde habían sido deportados después de una explosión de tensiones étnicas en 1989, los residentes de Sénékouna se encontraron su aldea en ruinas.

Las viviendas habían sido destrozadas, y el ganado y sus objetos personales habían desaparecido. La única fuente de agua ya no podía utilizarse. La ola de violencia y odio racial que se había apoderado del país  creó un clima de tensión e incertidumbre entre antiguos vecinos.

Peores condiciones de vida, un aumento del desempleo y la pobreza y la distribución de no equitativa de los recursos solo hicieron exacerbar la tradicional fuente de conflicto, el acceso a la tierra y el agua, y los prejuicios y la discriminación se hicieron rampantes.

Reduciendo conflictos

Fue en este explosivo ambiente cuando el Fondo para el Logro de los Objetivos de Desarrollo del Milenio (F-ODM) lanzó en 2009 un programa conjunto en Mauritania para ayudar a reducir el conflicto, mejorar el entendimiento entre las comunidades y promover los derechos humanos y el imperio de la ley.

El programa se centra en área con un alto potencial de acabar en conflicto y en especial en los grupos más vulnerables, incluidos jóvenes y mujeres, los habitantes de aldeas de antiguos esclavos (“adwabas”) y comunidades de refugiados.

Su objetivo no es solo fortalecer la cohesión social, sino asistir al gobierno en la consecución de las Metas del Milenio de reducción de la pobreza extrema y la promoción del empoderamiento de la mujer y la igualdad de género.

El programa también está fortaleciendo la capacidad de las autoridades en la prevención y resolución de conflictos y ayudando a establecer mecanismos de mediación, como redes de advertencia previa, mediadores expertos y asistentes legales.

Una de las iniciativas que impulsa incluye el entrenamiento de políticos, líderes religiosos, jefes de aldea, mujeres líderes y jóvenes para concienciarse sobre potenciales conflictos y promover conceptos básicos como ciudadanía o derechos humanos.

Construyendo puentes

Para ayudar a integrar a diferentes grupos étnicos, el F-ODM también ha ayudado a construir lugares de uso común en más de medio centenar de comunidades.

“El programa nos ha dado un mercado comunitario, fuentes de agua, congeladores y graneros”, asegura Souleymane Ould Mahmoud, jefe de Medina. “Tenemos actividades que generan ingresos en las dos aldeas que han ayudado a construir puentes de reconciliación, confianza y paz”, añade.

Además, nuevas escuelas y recreos han reunido a niños y jóvenes de diferentes orígenes, que se encuentran a diario, una nueva generación que construyen relaciones y replantan las semillas de la amistad.

“Trabajando codo con codo en un mismo proyecto, haciendo compras y pasando tiempo juntos ha ayudado a restaurar nuestra confianza en el otro y nos ha animado a recuperar los viejos lazos que nos unían”, destaca Abdoulaye Sow.

“A través del entendimiento y la solidaridad, Sénékouna y Medina son ahora una misma ciudad. Estamos muy agradecidos con el programa por su apoyo, nos ha ayudado a mejorar nuestras condiciones de vida y unir nuestras dos comunidades”, añade.

Fortalecer el imperio de la ley

El programa conjunto de paz en Mauritania es una colaboración entre el Gobierno mauritano y cuatro agencia del sistema de Naciones Unidas (UNODC, Unicef, PNUD, UNFPA), así como diferentes ONG y organizaciones de la sociedad civil.

Para lograr sus objetivos propone fortalecer la cohesión social promoviendo la unidad nacional, el desarrollo de nuevas políticas públicas y trabajar para mejorar la redistribución equitativa de los ingresos y los recursos, así como el establecimiento de mecanismos para la resolución de conflictos.

El programa forma parte de los esfuerzos del F-ODM para ayudar a Mauritania a alcanzar los Objetivos del Milenio de reducción del hambre y la pobreza, mejorar la educación universal y ampliar el acceso de las mujeres a la toma de decisiones.

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