La lucha contra las desigualdades en el centro de la agenda de desarrollo mundial

 

“Ha llegado la hora de incluir la reducción de las desigualdades en la lucha contra la pobreza y la promoción del bienestar humano”, un grupo de expertos internacionales en materia de desarrollo recomendaron esta semana después de un encuentro de alto nivel convocado por el Fondo para el Logro de los Objetivos de Desarrollo del Milenio (F-ODM) y el Instituto de Estudios del Desarrollo, de la Universidad de Sussex.


Los participantes de una mesa redonda celebrada en Londres, en la que intervinieron representante de Naciones Unidas, ONG internacionales, gobiernos nacionales y académicos, publicaron un nuevo informe en el que recomiendan diferentes maneras de afrontar las crecientes desigualdades, y en el que hacen un llamamiento para el establecimiento de una amplia coalición internacional para situar la igualdad y la justicia social en el corazón de las agendas de desarrollo.


“La intersección de las desigualdades –culturales, sociales, políticas, geográficas e incluso económicas- producen pobreza crónica, con repercusiones de todo tipo para las generaciones futuras”, afirmó la directora del F-ODM, Sophie de Caen junto a otros siete participantes en una carta abierta en la que hacen algunas recomendaciones. “Los costes humanos son desastrosos. Comparados con los niños del 20 por ciento que más tienen, los que nacen en el 20 por ciento que menos tienen, tienen el doble de posibilidades de morir antes de alcanzar los cinco años, tres veces más opciones de padecer problemas de salud por falta de peso, y son más propensos a no ir a la escuela”.


Las conclusiones del grupo de trabajo de Londres coincidieron en el tiempo con el final de los debates de la última Asamblea General de Naciones Unidas, en el que se incluyó un llamamiento de los líderes mundiales para acelerar los progresos para alcanzar los Objetivos de Desarrollo del Milenio antes de la fecha límite que se ha fijado para el año 2015.


Investigaciones recientes del Fondo Monetario Internacional han demostrado que las desigualdades extremas en los ingresos son un freno para un mayor crecimiento económico. Millones de personas, muchos de ellos niños, están aguantando las consecuencias al quedar excluidos de las oportunidades tanto sociales como económicas, en ocasiones el doble de veces por motivos étnicos, religiosos, de género o de situación geográfica.


Los actores del desarrollo cada vez son más conscientes que la clave para obtener avances reales y sostenibles en los ODM pasa por atacar las crecientes disparidades entre los que más tienen y los que menos tienen y por mejorar la vida de los más desaventajados del planeta.


El informe del F-ODM y el Instituto de Estudios de Desarrollo, “¿Son los ODM el camino hacia la justicia social? El desafío de la intersección de las desigualdades”, recomienda seguir el ejemplo de al menos una veintena de países en desarrollo que han logrado reducir las desigualdades en los últimos años, desde Brasil y Chile hasta Malasia y algunos países africanos, y que apuntan a la expansión de la protección social, el establecimiento de salarios mínimos y el uso de las finanzas públicas para reducir las desigualdades como algunas de las estrategias que han empezado a hacer la diferencia.


El estudio cita ejemplos de acciones concretos, como la aprobación de leyes contra la discriminación, el uso de la redistribución de los recursos para impulsar el crecimiento económico, proveer información y cobertura, invertir en infraestructuras, reforzar las bases de los grupos marginados y facilitar su involucración activa en los procesos de diseño de políticas públicas.


En concreto, recomienda el diseño de nuevos indicadores de desarrollo que subrayen las desigualdades. “La manera en que medimos el desarrollo y la pobreza tiene una influencia tremenda en la dirección que adoptan el debate y las políticas públicas. Por ejemplo, la prevalencia del crecimiento reducido entre algunos grupos poblacionales es en ocasiones una mejor forma de medir a largo plazo los resultados del desarrollo que otras medidas tradicionales como el PIB per cápita”, indica el informe.


Fundamentalmente, argumenta el informe, el lenguaje en torno al desarrollo debe cambiarse para mostrar que las desigualdades no se limitan sólo a los más pobres entre los pobres sino que puede afectar a casi la mitad de la población, que las inequidades son una violación de los derechos humanos y que una distribución de los ingresos más equitativa apoya un mayor crecimiento en vez de frenarlo”





Haga click aquí para leer el informe completo.


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