Trabajo y dignidad para jóvenes discapacitados en Haití
“Estoy muy agradecida con la OIM por haberme enseñado que sí puedo trabajar”, asegura Julaine Noelus sosteniendo con el brazo izquierdo a su bebé de diez meses. Su brazo derecho tuvo que ser amputado cuando tenía 16 años después de una caída de un burro. Después de aquello siempre quiso que solo podría dedicarse al trabajo doméstico.
Sin embargo, Julaine y otros 24 jóvenes haitianos se beneficiaron de un proyecto piloto de la Organización Internacional para las Migraciones que ofrece oportunidades laborales a chicos y chicas con discapacidades, que forma parte de un programa conjunto financiado por el Fondo para el Logro de los Objetivos de Desarrollo del Milenio (F-ODM), que busca mejorar la cohesión social y reducir las tensiones en las comunidades castigadas por la violencia creando empleo e impulsando ingresos.
Haití, el país más pobre del continente americano, ya sufría altos niveles de desempleo y violencia antes del devastador terremoto de 2010 que se llevó por delante la vida de más de 200.000 personas, arrasó las principales infraestructuras del país y provocó cerca de 1,5 millones de desplazamientos internos.
La falta de trabajo y las condiciones en la que se ven obligados a vivir en los campamentos de refugiados han servido de caldo de cultivo para desarrollar nuevas vulnerabilidades y amenazas a la seguridad. Los desplazados, especialmente mujeres y niños, corren el riesgo de caer en redes de explotación y casos de violencia sexual y de género.
El programa conjunto “Prevención de conflictos y cohesión social a través del empoderamiento comunitario local y el fortalecimiento de capacidades institucionales” busca reducir esas vulnerabilidades dando empleo a jóvenes y mujeres en proyectos de medio ambiente y en los esfuerzos de reconstrucción del terremoto, como la rehabilitación de carreteras y canales, el pavimento de aceras, la electrificación de las comunidades o la construcción de nuevos espacios públicos.
Hasta la fecha una treintena de proyectos han ayudado a más de 63.000 personas a tener una nueve fuente de ingresos diario, mientras que más de 7.000 tuvieron un empleo durante al menos dos semanas. Uno tercio de los beneficiarios son mujeres.
Un elemento crítico del programa es que los proyectos son identificados por las propias comunidades y están en línea con la estrategia de desarrollo y de reducción de riesgo de los gobiernos locales. Julaine y sus compañeros forman parte de una ONG local que trabaja con gentes discapacitada que busco apoyo de la OIM para intentar buscar una oportunidad laboral para sus socios.
En una pequeña localidad para personas desplazadas en la costa noroeste del país, el equipo de Julaine se ha dedicado a plantar pasto y otro tipo de vegetación de rápido crecimiento que han ayudado a prevenir la erosión y preservar la tierra cultivable. “Con el dinero que gano pago la escuela de mi hijo de cinco años”, cuenta la joven.
Pero según los organizadores, más allá del dinero lo importante es el impacto que están teniendo estos proyectos en estos grupos vulnerables de población. Muchos beneficiarios aseguran que la experiencia les está ayudando a reforzar su autoestima y dignidad, y además rescatan que está teniendo una influencia positiva en sus relaciones sociales.
“Muchos de ellos han tenido una vida sobreprotegida”, afirma Louissaint Constant, presidente de la ONG local del programa conjunto que cuenta con 280 miembros. “A veces eran los padres los que tenían vergüenza y optaban por esconderlos del resto de la sociedad, otras eran los propios discapacitados los que no podían soportar la presión social. Hoy pueden socializar mejor por son conscientes de que pueden ser útiles”, añade.
Algunos estudios sobre el impacto del programa conjunto ponen de relieve que la inmensa mayoría de los beneficiaros, el 96 por ciento, creen que las iniciativas han ayudado a reducir los niveles de violencia y a que sus comunidades sean menos vulnerables. Estimulados por los resultados positivos del programa piloto, una ONG irlandesa ha copiado el proyecto en otro municipio cercano.
El programa conjunto en Haití se enmarca en los esfuerzos del F-ODM para ayudar a los países a alcanzar antes de 2015 las Metas del Milenio de reducción de la pobreza, con especial atención a las poblaciones más vulnerables y marginadas.
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